Hay todo tipo de decisiones en la vida, algunas mas importantes de otras. Conforme crecemos en edad y madurez nos vamos dando cuenta que podemos influir en nuestro entorno y transformarlo de la manera que nosotros consideremos conveniente. No siempre nos será posible desentendernos de las situaciones problemáticas que están a nuestro alrededor. Sin embargo, si creo que podemos desentendernos del efecto.
El pasarse la vida quejando deja de ser chistoso después de los 15 años, se convierte en tedioso, odioso y cansino para todos los involucrados: quienes lo escuchan y quien se queja. ¿Te ha pasado que te hartes de escuchar las quejas de alguien? ¿Crees haber fastidiado a alguien con tus quejas? Éste es el momento de cambiar, de tomar las riendas de tu vida en tus manos y darte cuenta que, lo que tienes y lo que eres, es consecuencia de tus decisiones (buenas o malas) anteriores. Así que en lugar de quejarnos sobre aquello que la vida no nos ha dado, comencemos a trabajar con esfuerzo, constancia e inteligencia en conseguir aquello que queremos. Imagina si hace 1 año hubieras comenzado, seriamente, a luchar por tus metas; dimensiona cuanto habrías avanzado y conseguido. Que ésta misma experiencia no te pase dentro de un año, comienza a batallar por lo que te corresponde y espera calmadamente los resultados.
Continuamente nos “venden” la idea del éxito instantáneo, del de la noche a la mañana, cuando en realidad sabemos que el éxito visible es consecuencia de infinidad de acciones y hábitos invisibles, realizados por muchos días. Como pareja, indudablemente la vida diaria está llena de retos y dificultades. Incluso, podrá afirmar, hay motivos sinceros para quejarnos. Pero esa actitud ¿Qué nos deja? no creo que valga la pena perder el ideal por centrarnos en las dificultades, ya que es el remedio para matar nuestra motivación.
Por eso aprovechamos a pedir una disculpa por todas aquellas veces que hemos fastidiado con nuestras quejas. Prometemos ya no hacerlo o al menos, hacerlo mucho menos.
